El romance en la lengua

No voy hablar de poesía, ni de cómo conquistar a alguien a través de las palabras, aunque, sin lugar a dudas, cuando hablamos podemos conquistar o decepcionar. Podemos exaltar sentimientos o aplacar pasiones. En definitiva, con la palabra podemos triunfar o fracasar, depende de cómo la usemos.

Casi todos los seres vivos se pueden comunicar pero, nosotros, los humanos, somos los únicos que podemos hablar.

Sí, yo sé que algunas aves también pronuncian palabras pero no hablan. El caso más común es el loro, el cual, por ser un ave de gran capacidad social, se comunica constantemente con los de su misma especie a través de sonidos. Ellos no poseen cuerdas vocales como nosotros y por lo tanto no pueden hablar.

De manera que los loros no hablan ni tienen la capacidad de mantener conversación alguna. Me disculpan los dueños de estas aves que creen que su mascota tiene esta facultad de hablar.

Ahora vamos a lo que vamos. ¿Por qué “romance en la lengua”?

Porque nosotros, los latinos que hablamos español, hablamos una lengua “romance”. Aunque no todos los latinos hablan español ni todos los que hablan español son latinos.

“Romance” porque es una lengua que se deriva del latín que hablaban los romanos (sí, de Roma) hace un montón de años. También son lenguas romances el portugués, el italiano, el francés, el rumano, el catalán y otros más.

¿Sabías que el español es el segundo idioma más hablado en el mundo? El primero es el chino y después estamos nosotros. Se calcula que aproximadamente unas 329 millones de personas hablamos español.

En los Estados Unidos el español es el segundo idioma más hablado (45 millones de personas). ¡Y pensar que acá se hablan unos 350 idiomas!

También es interesante saber que los Estados Unidos no tiene un idioma oficial (el inglés solo se usa para los documentos gubernamentales, procedimientos judiciales y contratos comerciales). De manera que podemos hablar en español con cualquier persona y en cualquier lugar con tranquilidad y si en alguna ocasión necesitáramos comunicarnos en otro idioma, podemos solicitar un intérprete.

De manera que el romance lo llevamos en la lengua (y, por supuesto, el romanticismo en el corazón). Hagamos buen uso de ambos.

Hasta luego mis romances.